Vaya mundo el de los alimentos funcionales. Pero qué digo mundo. Vaya universo. Lleno de mentiras o medias verdades y de eslóganes torticeros para hacer picar al consumidor y forrarse a su costa. La industria alimentaria y su estrategia del asterisco no sólo se ríe de nosotros, sino que juega con nuestra salud, se carga la investigación científica seria e incluso añadiría que perjudica seriamente a los productos agrícolas básicos y a quien los cultiva. Todo muy legal, ajustado a lo que marca la EFSA, pero carente de cualquier ética.
Se nos pide en el ejercicio que identifiquemos dos productos en los que sea evidente esta trampa de la industria alimentaria. Son tiempos complicados para las visitas al supermercado. Así que rebuscando en la despensa y en la nevera, no muy bien pertrechada en estos días raros e histéricos porque en esta casa nunca hemos sido previsores, todo hay que decirlo, he encontrado una 'cosa' que se llama chorizo de pavo. Y mira que te mira, pues sorpresa: estrategia del asterisco.
Resulta que tenemos un sucedáneo de chorizo de toda la vida, de pavo en este caso, y que es buenísimo para nuestras defensas porque tiene Lactobacillus, como las que se usan industrialmente para la producción de yogures, quesos y otros alimentos fermentados. Este género de bacterias viene bien grande y ocupa prácticamente la mitad del semicírculo inferior. Ya más en pequeñito aparece la Vitamina B12 y el Hierro.
El engaño es evidente. Emplean el Lactobacillus, cuyo uso publicitario torticero está muy extendido, como reclamo para vender un producto que 'Alimenta tus defensas'; en este caso las nuestras, que lo compramos. ¿Cómo resistirse, verdad? Sin embargo, si uno se fija en los ingredientes y en el asterisco se nos dice que la Vitamina B12 y el Hierro son los que contribuyen al funcionamiento normal del sistema inmunitario, y además están en este alimento en concreto en unas cantidades ridículas.
Para buscar el segundo ejemplo de este tipo de trampa comercial he tenido que recurrir a internet. Y en concreto al mundo de los productos que nos cuentan que no llevan azúcares añadidos, que son aquellos que no existen naturalmente en un alimento o bebida.
Este Muesli que podemos encontrar en la página web de cualquier gran cadena de alimentación del país se vende como un producto sin azúcares añadidos que la gran mayoría de la gente entiende como libre de azúcar y, por lo tanto, más saludable. Pero si nos fijamos en el envase, en la parte superior de la r de Sugar aparece nuestro amigo el asterisco.
No puedo ver a dónde lleva el asterisco, pero si echamos un vistazo a los valores nutricionales del producto por cada 100 gramos descubrimos una elevada presencia de azúcares oculta en los hidratos de carbono de hasta 16 gramos sin hacer distinción entre los diferentes tipos de azúcar, como es habitual en el etiquetado. Y si miramos los ingredientes, podemos observar que lleva uvas pasas (12%), que contienen una gran cantidad de azúcar (59 gramos por cada 100) y leche en polvo desnatada, que tiene también más de 50 gramos de azúcar por cada 100.
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