Alan Mathison Turing (1912-1954) ha pasado a la historia como el padre de la ciencia de la computación y de la informática moderna. La primera vez que escuché hablar de él fue en 2014 gracias a la película británica 'The Imitation Game'. En ella se ficciona su participación en la resolución de los códigos de guerra nazis de la máquina Enigma y el triste e injusto final de su vida tras ser procesado por homosexualidad. En el campo de la Inteligencia Artificial su mayor aportación, en 1950, fue el Test de Turing.
Turing defendía que una máquina puede ser inteligente si logra engañar a una persona haciéndole creer que es un ser humano. Para someter esto a examen, ideó lo que hoy se conoce como el test de Turing, de cinco minutos de duración, y que es un juego de imitación: una persona actuando como juez se coloca en una habitación y, en otra, una persona y un ordenador. El juez tiene que saber quién es quién a partir de sus respuestas escritas. Si no los distingue, significa que el ordenador ha superado la prueba. No se evalúa la capacidad de la máquina de responder a preguntas de forma correcta, sino su capacidad de responder de forma similar a un humano.
En 2014, el chatbot Eugene Gootsman convenció a un tercio del jurado que le examinaba que era un niño ucranio de 13 años de edad. La prueba, organizada por la Royal Society de Londres, supuso un hito. Por primera vez una inteligencia artificial superaba el Test de Turing. Eugene Goostman fue programado por un grupo de investigadores rusos y consiguió engañar a parte de sus evaluadores.
Dos de las aplicaciones más comunes en las que podemos observar la influencia del test de Turing en la actualidad las encontramos en nuestros ordenadores. Una de ellas es el Completely Automated Public Turing Test to Tell Computers and Humans Apart, el famoso Captcha que emplean numerosas webs para evitar usuarios falsos, y el control del spam.
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