Si pensamos en la aparición de una cultura y en su posterior evolución es inevitable pensar y relacionarla también con la evolución biológica. Si entendemos cultura como "elaboración y transmisión de conceptos, técnicas y creencias", tal y como nos explica Pedro José Carcajosa Arroyo, y como la forma exclusivamente humana de ser y estar en el mundo, y echamos la vista atrás, ésta tuvo que originarse en las mutaciones genéticas que produjeron la gran expansión cerebral del Homo Erectus y sus capacidades cerebrales, cada vez más elaboradas y complejas con el paso del tiempo en las sociedades posteriores.
Sabemos ahora que la herencia biológica no es independiente del entorno en el que nos movemos, entendido éste como algo que va más allá del medio ecológico, y en el que cuentan la alimentación, las emociones, el medio celular, el desarrollo intrauterino...Todos estos entornos en los que estamos y hemos estado inmersos como especie y en los que se ha desarrollado nuestro organismo se relacionan con la herencia genética de la que somos portadores. ¿Qué quiere decir esto? Que somos el resultado no sólo de nuestra impronta biológica, sino también de su desarrollo e interacción en y con un determinado entorno.
La evolución biológica y la evolución cultural son similares -y de forma pardójica también muy diferentes-, porque la selección natural actúa sobre ambas. Podemos hacer un símil para entenderlo mejor. Lo que en el mundo biológico llamamos especie, podemos equipararlo con cultura. Unas sobreviven y otras no. Y otras se ven obligadas a adaptarse y a cambiar para poder continuar existiendo en algo nuevo y diferente. El propio desarrollo de nuestra especie es un buen ejemplo de esto, con diferentes especies de homínidos coexistiendo al mismo tiempo hasta que sólo una sobrevive, el Home Sapiens Sapiens.
El Homo Sapiens Sapiens adquirió una capacidad simbólica muy superior a la de otras especies humanas en el Paleolítico Superior y con él surgieron nuevas formas de expresión. Piezas de arcilla ornamentadas, pinturas y grabados representativas de caza o escultura, ceremonias funerarias o adornos personales. Este estallido cultural supuso un hito en la historia del hombre del que bebemos directamente. Nada de esto hubiera sido posible sin la evolución biológica de nuestro cerebro. La aparición de todas las capacidades específicamente humanas está relacionada con el tamaño del cerebro y el volumen de su corteza cerebral, pero también con el entorno directo.
Nuestra actual capacidad cerebral es similar a la del Homo Sapiens primitivo, pero nuestra conciencia y nuestros estados cerebrales son muy diferentes puesto que nuestros entornos vitales son muy diferentes. Y es por ello que nuestras reacciones y comportamiento también lo son. Lo que hoy en día somos, además de supervivientes, no es más que un producto de la evolución tanto biológica y de las cambiantes condiciones del entorno.
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