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Manuel Vicente: "La lucha contra las pseudociencias es compleja y complicada"



Efervesciencia es uno de los programas de divulgación científica más veteranos del dial en toda España. Y Manuel Vicente, su director. Un divulgador radioactivo en los micrófonos de la Radio Galega que forma parte de la Asociación Galega de Comunicación Científica e Tecnolóxica. Hoy le toca a él responder a las preguntas. 

Es innegable que las tendencias en divulgación científica caminan hacia un mayor compromiso entre ciencia y sociedad, pero ¿qué papel jugáis en todo esto los medios de comunicación tradicionales como podéis ser vosotros, desde la radio?
-Es una pregunta compleja. Yo creo que los medios de comunicación tradicionales, tal y como tienen estructurado su funcionamiento,  igual están hoy un poco en fuera de juego en este compromiso con la divulgación de la ciencia, con la voluntad de crear ciudadanía y luchar contra las pseudociencias…Desde mi punto de vista, esto no forma parte de las preocupaciones de los medios de comunicación tradicionales. Los medios de comunicación tradicionales funcionan con el esquema de contenedores que deben, más o menos, rellenar. Y creen que los contenedores en los que hay ciencia, pues bueno….No se valoran demasiado y no llegan todavía a una preocupación real sobre la calidad de los contenidos. La calidad de estos contenidos en los medios de comunicación tradicionales, desde mi experiencia, viene marcada por la implicación o la capacidad de implicación de la gente que estamos ahí; depende más de una responsabilidad profesional de la gente que estamos en los medios que de una política editorial.

¿Cómo podemos explicar el actual paradigma de que teniendo hoy el mayor acceso de la historia a la información científica a través de un montón de canales y herramientas el conocimiento o el interés por la ciencia siga siendo tan escaso?
-Es una cuestión de ruido. Como tú dices, tenemos más canales que nunca, más información que nunca, pero también tenemos más ruido que nunca. Tenemos cosas muy, muy buenas que, a lo mejor, hace años era impensable que pudiéramos tener, incluso gente que tiene en los nuevos formatos unas audiencias espectaculares, pero la competencia también es mayor. Lo que creces por un lado, creo, lo pierdes por el otro. Además, el perfil de las personas interesadas, consumidoras de divulgación científica, no está muy bien estudiado. Sabemos que es un público bastante fan, consumidor de divulgación científica, pero que sigue siendo un público muy de nicho. Y esa es la gran pregunta: ¿Estamos llegando siempre a los mismos o estamos ampliando ese nicho y convirtiendo la divulgación científica en algo más transversal?.


¿Tienes la sensación de que únicamente se predica para los ya conversos y no se buscan nuevas audiencias?
-Sí, en parte sí. No sé si se buscan o no nuevos públicos, pero sí es cierto que la parte más fácil es aquella en la que tienes garantizado el éxito. Es verdad que si comparas lo que sucedía hace unos años con la actualidad hay una diferencia grande. Hace unos años no existía ni siquiera nuestro público, ese público ya converso, y esto es un avance. Lo que sucede, sin embargo, es que igual hicimos la parte del camino que era más sencilla, y la siguiente parte del camino ya va a ser cuesta arriba, porque ya llegaste a la gente que por estudios o actitud era más receptiva a tu mensaje de divulgación de la ciencia, y ahora tienes que llegar a un público que ya no es tan favorable y que además está rodeado de ruido. A lo mejor, ahora, entramos en los puertos de montaña. Rellenamos el primer hueco  que había que rellenar, pero ahora nos toca el siguiente. Y el siguiente no va a ser tan fácil.

¿Cómo podemos evitar esa desconexión de parte amplia de la población y el riesgo que eso supone, porque un vistazo a la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia nos indica que todavía son muchas personas las que creen y acuden a las pseudociencias?
-La lucha contra las pseudociencias es compleja y complicada. Por un lado falla el sistema educativo y por el otro falla el sistema de comunicación de la ciencia. Yo hago una reflexión: la pseudociencia, digamos, más evidente que puedas denunciar es la homeopatía y, aún así, nos cuesta un montón combatirla, cuando la explicación es tan elemental y tan flagrante el timo que sólo tendrías que decir: ¡Mira, esto es tan sólo un efecto placebo!. Imagina que si esto nos cuesta, cuánto más en otras cosas más difíciles de desenmascarar. Creo que lo que hemos aprendido, y yo lo detecto, hablando con otros compañeros, es que, en un principio, en la lucha contra la pseudociencia no tuvimos en cuenta al receptor. Quiero decir, si el receptor es converso le va a hacer mucha gracia todo lo que digamos, pero si es usuario de pseudociencia, y aunque lo digas de una forma muy neutra, se va a sentir atacado porque el mensaje implícito es que tú eres un imbécil que te dejas engañar; y a nadie le gusta que le digan esas cosas. Este abordaje tiene que ser muy sútil, tienes que ser capaz de conocer qué piensa esta persona y a partir de ahí dar información, pero también dar apoyo. Yo esto lo viví con gente de mi propia familia y aprendí, sin necesidad de hacer ningún estudio, que no es fácil escapar de ese papel de adalid de la verdad que le dice al otro que tiene pocas luces. Esta es una dificultad que hay que tener muy en cuenta. Recuerdo que entrevisté a José Antonio Pérez Ledo (@mimesacajoea), director de Órbita Laika, que había realizado una serie de programas muy buenos para la ETB bajo el título ‘Escépticos’ presentados por Luis Alfonso Gámez (@lagamez). El dedicado a la homeopatía, cargado de ironía, empezaba con Gámez tirando unas aspirinas a un embalse que abastece a todo el País Vasco y decía algo así como que a partir de este momento ningún vasco volvería a tener dolor de cabeza. Esto es muy efectivo desde el punto de vista de los convencidos, y el ‘gag’ es muy bueno, pero si eres consumidor de homeopatía cambias de canal. Pues Pérez Ledo dijo que si tuviera que rehacer el programa no empezaría de esta forma para poder lograr un lazo afectivo con esa parte de la población. El proceso comunicativo es a veces más complejo de lo que nos pensamos y la mera racionalidad no vale.

¿Cuál crees que es el papel que juega la educación informal en todo esto?
-Yo tengo dos niñas en edad escolar, y me da la sensación de que los currículums escolares están demasiado llenos, siguen demasiado llenos, de contenidos de memorización, y otros contenidos que podrían ser transversales, de pensamiento crítico y de cultura científica, parece que están destinados a actividades extraescolares con buena voluntad de los profesores.  Parece que es como un plus para los niños que quieren, de forma voluntaria. Seguimos exigiendo a los niños cuestiones formales que ves que en el fondo no entienden demasiado, y que después van a olvidar y que valen para rellenar libros, pero nos olvidamos de otras cuestiones más interesantes. Yo doy talleres en Tecnópole (Ourense) a los niños, y cuándo les preguntas si el hombre fue a la luna pasa una cosa curiosa; si les preguntan en el colegio estoy seguro que hasta dicen la fecha de llegada y aprueban el examen, pero si les preguntas en un ambiente informal, y pasaron por los talleres en cinco días unos 300 chicos y chicas, con más o menos risas, uno de cada cuatro cuestionaba que el hombre hubiera ido a la luna. Creo que hay una pequeña esquizofrenia en este tema de la educación.

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