Ecológicos, sanos, respetuosos con el medio ambiente...Todas las investigaciones señalan a los insectos como uno de los alimentos del futuro. Fuente de energía y proteína de buena calidad y, sin embargo, nos resistimos a integrarlos de una forma cotidiana en nuestra dieta a pesar de que existe un reglamento europeo que permite a las empresas solicitar a la UE su inclusión en el listado de nuevos alimentos.
Vaya por delante que los he probado. Hormigas, concretamente. Primera y última vez. No porque me desagradara, sino porque no he vuelto a tener la oportunidad. El impacto fue tan grande que todavía hoy, después de muchos años, tengo grabado el producto a fuego en el cerebro, y eso que tengo tendencia a olvidarme de las cosas y a la dispersión: eran hormigas culonas de Bucaramanga, en el departamento de Santander, en Colombia.
En la página web de Insectum, empresa valenciana con tienda física también en el Mercado de Ruzafa, podemos encontrar una gran variedad de productos con los insectos como eje fundamental. Entre ellos, por ejemplo, grillos liofilizados y crujientes envasados, con alto contenido en proteínas y bajo en carbohidratos, tal y como podemos comprobar en en las imágenes siguientes.
Junto a los grillos podemos encontramos también gusanos, que contienen un mayor cantidad de carbohidratos.
Uno de los aspectos que más ha llamado mi atención sobre los insectos, al margen de su valor nutricional, son sus beneficios medioambientales. Si nos atenemos a lo que la FAO dice de los grillos, como los del ejemplo, en comparación con las vacas, ovejas, cerdos o pollos, éstos necesitan mucha menos comida para que podamos obtener la misma cantidad de proteína pata nuestras alimentación.
Desconozco qué tendrá que pasar para que los insectos se conviertan en un alimento habitual en nuestra dieta, con un marcado carácter cultural. Con sinceridad, no creo que estemos preparados aún para integrarlos de una forma natural y que formen parte de nuestra cesta de la compra cotidiana.
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