Leche sin lactosa.
El primer ejemplo es claramente un intento de confundir/engañar al consumidor. La leche llamada sin lactosa ni es más ligera ni más fácil de digerir, como sostiene el mensaje publicitario que se puede leer en la botella. En primer lugar, a la leche sin lactosa no se le quita la lactosa, sino que se le añade la enzima lactasa, como hemos podido leer en el artículo de Cuadernos de Cultura Científica. La leche sin lactosa tiene los mismos valores nutricionales que la normal, así que no es más ligera. Y además la leche sin lactosa solo es más digestiva para las personas con intolerancia. Quienes no padecen esta intolerancia y consumen este tipo de productos pueden acabar desarrollando una intolerancia a largo plazo, por lo que es desaconsejable su consumo. Si a la moda de los productos sin lactosa, añadimos que esa botella de leche es un 30% más cara que la normal, pues ya tenemos el engaño en marcha. Ni es más ligera ni más fácil de digerir si no padeces una intolerancia. Mienten y ocultan información para extender en el mercado un producto más caro.
Cosmética
El segundo ejemplo va más allá del mero engaño comercial: trata de atemorizar al consumidor, relacionando el uso de diferentes productos cosméticos con el cáncer de mama. Tanto Europa como EE UU cuentan con reglamentos de control de la seguridad de los productos cosméticos. Son Rigurosos y contundentes, e impiden que cualquier producto que no sea seguro pueda llegar al mercado. El control de su cumplimiento recae en España en la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). No existe ninguna evidencia científica que respalde la afirmación de que los parabenos, los sulfatos, las siliconas o cualquier otro producto que aparece en esta publicidad analizada esté relacionado con el cáncer, ni de mama, ni de cualquier otro tipo, en los seres humanos. Muchos de estos productos han sido demonizados por malas interpretaciones de estudios por parte de los medios de comunicación o por campañas malintencionadas. Este tipo de publicidad se apoya en una moda aparentemente saludable para no sólo demonizar una serie de componentes químicos que en las proporciones que se emplean en la fabricación de estos productos son inocuos para nuestra salud, sino que además atemorizan a los consumidores relacionándolos sin ningún tipo de evidencia científica con el cáncer de mama, en este caso.
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