Hay un elemento fundamental en las gráficas e infografías: hay que contemplarlas como elementos de comunicación, y ha de quedar meridianamente claro de dónde sacan la información. Yo traigo aquí varios ejemplos clásicos de gráficas, en este caso de una página que suelo consultar para saber cómo va el mundo en el que nos ha tocado vivir que es El orden mundial.
En ambos casos las gráficas funcionan como deben, como un vehículo para un mensaje. Proporcionan una información clara y limpia. La primera acerca de datos económicos y la segunda aportando una visión sobre la inestabilidad política a la que se han visto sometidas muchas naciones de América Latina. Las dos logran su objetivo, y un simple vistazo nos proporciona información relevante para apoyar los textos periodísticos que las acompañaban. Además, en las dos gráficas queda claro cuáles son las fuentes de información empleadas para su elaboración, por lo que no levantan sospechas.
Pero más allá de las gráficas empleadas en artículos científicos y que cada vez están más en desuso en los medios de comunicación escrita, o reducidas a citas electorales básicamente, surge, desde mi punto de vista, una de las grandes revoluciones comunicativas actuales: la infografía, esa combinación sencilla de diversos elementos para comunicar información compleja de una forma visual sencilla.
En cuanto se nos ha propuesto este ejercicio se me ha venido a la cabeza un nombre. El de Artur Galocha, probablemente uno de los mejores infografistas de España. Y me gustaría compartir algunos de sus trabajos.
Suyo también es, en parte, este magnífico trabajo sobre cómo se acumula en la atmósfera el CO2 que está causando la crisis climática y que ha publicado El País. Una vez más, de una manera sencilla logran explicarnos un problema complejo.
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