Ir al contenido principal

Memorias de un protón de aldea cósmica (homenaje a Neira Vilas)


Soy Balbino. Un protón de aldea cósmica. Como quien dice, un nadie. Espacialmente insignificante. Demasiado pequeño. Y estoy hoy aquí no ya para contar mi historia, sino para que conozcáis la vuestra. Y la de vuestro planeta. Nací gracias a una singularidad hace 13.800 años. Haceros cargo, estoy mayor. Os lo cuento por si en algún momento del relato meto la pata. Sed indulgentes. 

El día que todo se puso en marcha no os hubiera gustado nada estar allí.  Creedme. Fue, digámoslo así, un parto explosivo. Demasiado explosivo, diría yo. Vosotros le habéis llamado el Big Bang. Aunque hubieseis querido esconderos, no habríais tenido ningún sitio en el que hacerlo. No sé si sois capaces de comprenderlo. Era la nada. No había espacio. Y ni siquiera un tiempo del que surgir.

Y es así, queridos míos, que de la nada surgió el todo. Un momento de gloria. Y el inicio de nuestro universo. Algo de un tamaño prácticamente inconcebible. Caluroso, rápido y expansivo. Tan rápido que en apenas un segundo ya se habían producido la gravedad y el resto de fuerzas que conocemos: la nuclear fuerte, la nuclear débil y la electromagnética. Y las partículas elementales. Y, claro, yo y mis hermanos. Y mis colegas los neutrones. Y los electrones. Y los fotones.

Ya estábamos todos. Y como seguía haciendo calorcete, unos 10.000 millones de grados, empezamos a ponernos de acuerdo para formar los primeros núcleos atómicos. Yo me hice fuerte en uno de Hidrógeno, como la mayoría de mis hermanos. El resto de ellos se fusionó con otros neutrones en los núcleos de Helio. En fin, que en menos de tres minutos, teníamos montado nuestro universo particular. Hay que reconocer que todo salió a pedir de boca. La más leve variación en las condiciones del parto, y no lo contamos.   

Ya os he contado que el calor apretaba. Y este calor nos impidió formar átomos estables. No podíamos interactuar con los electrones, que era lo que nos pedía el cuerpo. Así que, para que os hagáis una idea, era todo como un enjambre de núcleos y electrones chocando a lo loco por ahí con los fotones, que siempre fueron muy negativos. Y así nos pasamos una buena temporada. Una rave cósmica de unos 380.000 años. Ahí es nada.

Fue entonces, y sólo entonces, cuando después de esta resaca cósmica yo y mis colegas pudimos formar átomos estables y neutros. Buscábamos otra cosa. Algo más tranquilo. Los primeros, como no podía ser de otra manera, fuimos los de Hidrógeno y Helio. Fuimos y seguimos siendo, vamos, porque el universo sigue estando compuesto en su mayoría por nosotros.

Poniéndonos de acuerdo le echamos de paso un cable a los fotones y a vosotros. Hicimos que el universo dejara de ser un espacio cargado eléctricamente. ¿Consecuencia? Los fotones, que siempre fueron de moverse mucho, unos culos inquietos, se pusieron a viajar por el universo y con ellos algo que os fascina: la luz. Así logramos hacer el espacio transparente. Aquella luz que nos vio nacer podéis detectarla todavía hoy en día desde la Tierra.

Pero supongo que estáis deseando que avance en el relato. Y que deje de una vez este universo gaseoso primigenio para pasar el meollo. Está bien. Vamos allá. En realidad es sencillo. Seguidme. La mayor parte de los átomos que andaban por ahí en danza, incluido el de Hidrógeno que yo conformaba, nos fuimos agrupando poco a poco debido a la atracción gravitatoria. Y surgieron las estrellas, y con ellas las galaxias. 

Yo y mi átomo nos acoplamos a una estrella. Gigante. En la que las condiciones de presión y temperatura eran tan grandes que la fusión nuclear nos volvió un poco locos a todos, y muchos de mis amigos de Hidrógeno se pasaron al Helio. Estos a su vez, se iban fusionando entre ellos para crear átomos más pesados como los que os conforman hoy en día (Carbono, Nitrógeno, Oxígeno)… Sí, amigos, sois hijos de las estrellas.

Hubo un momento en que no aguanté más la presión y decidí largarme con mi átomo de Hidrógeno. Emigré. Y con otros átomos acabé en una estrella todavía más grande. La anterior era un chiste comparada con esta. Así que el proceso de fusión nuclear volvió a comenzar. A lo bestia. Y esta vez no pude esquivar el destino. Mi átomo de Hidrógeno se fusionó, y tras pasar por uno de Helio acabé en el más grande y nuevo de todos: el de Hierro. Toda una experiencia.

Siempre tuve la impresión de que aquella estrella acabaría mal. Y no me equivoqué. Colapsó. Y con el colapso se produjo la explosión que conocéis como Supernova. Se generó tal cantidad de energía que muchos de mis nuevos hermanos, instalados como yo en átomos de Hierro, acabaron fusionándose en otros elementos pesados como la plata,  el oro y el plomo antes de que todos saliéramos disparados a toda velocidad por los confines del universo.

El espacio estaba sembrado de átomos ya muy diferentes. Material de segunda generación, para que me entendáis, que hace unos 4.600 años empezó a agruparse en vuestro sistema solar. La mayor parte de la materia que me acompañaba formó el sol, y el resto, muy pocos, incluido mi átomo de Hierro, nos juntamos poco a poco en lo que hoy es vuestra casa: la Tierra. Sólo tardamos unos 200 millones de años de nada.

Y es precisamente aquí, en vuestra casa, en el mismo centro de la Tierra, dando vueltas, en donde he acabado este increíble viaje cósmico. No estoy solo. Me acompañan átomos de Níquel y otros elementos más ligeros. Aunque somos mayoría los de Hierro. Habéis sido capaces de comprender y explicar muchas cosas de las que han ocurrido en el universo. Pero sabéis que el lugar en el que me alojo, el Núcleo, todavía guarda muchos secretos para vosotros. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Diferentes tipos de alimentos según el CAE

El Código Alimentario Español (CAE) define qué es un alimento y un nutriente y establece diferentes categorías para los distintos tipos de alimentos que existen, según la legislación española. Por lo tanto, y tal y como se nos pide en el ejercicio, veamos con ejemplos los distintos tipos de alimentos que podemos encajar según sus definiciones. Productos dietéticos y de régimen Teniendo en cuenta la definición que el CAE hace de este tipo de productos, podemos encajar en esta categoría la pasta sin gluten, destinada a satisfacer las necesidades alimentarias de personas celíacas, o unas galletas ricas en fibra. Productos sucedáneos Sin fines engañosos o fraudulentos pretenden sustituir en parte o en todo a un alimento. Podemos incluir aquí el sucedáneo de las angulas (quién no se las ha preparado alguna vez) o las hamburguesas hechas a base de ingredientes vegetales. Alimentos fundamentales Atendiendo a la clasificación que el CAE hace de este tipo de alimentos podemos...

La peste negra, un punto de inflexión hacia el Renacimiento

En mitad de las múltiples tensiones sociales, políticas, crisis y guerras que asolaron buena parte de Europa en la que se conoce como Baja Edad Media, apareció en 1347 la más letal de todas las epidemias: la peste negra . Una enorme ola de desolación que se extendió hasta 1353 en su punto máximo. Tras de sí dejó un rastro de alrededor de 48 millones de muertos en todo el mundo, de los que al menos 25 se produjeron en nuestro continente. Un tercio de la población europea, y siempre según las estimaciones más optimistas. Un golpe demográfico del que costó cientos de años recuperarse. El triunfo de la muerte, Pieter Brueghel el Viejo Pero las consecuencias de la peste negra no fueron sólo demográficas. Son muchos los historiadores que sostienen que su aparición puso punto y final al Medievo y dio paso al Renacimiento . Este cambio se produjo por varios factores. El campo quedó despoblado, las ciudades se revitalizaron y con ellas una nueva burguesía enfrentada a la antigua no...

Corrientes de convección

Última parada. Llegamos al final de la asignatura. Hemos visto un montón de cosas, y me he dado cuenta de que soy un claro ejemplo de la necesidad de la divulgación científica. ¿Por qué? Porque sin ella no hubiera llegado hasta aquí ni de casualidad. De lo tratado hasta ahora en la asignatura ha habido un par de cosas que me han llamado especialmente la atención; una ha sido el comportamiento de la luz -tema con el que, por cierto, he metido la pata en un ejercicio anterior-, y otro han sido los movimientos de convección. La entrada al blog de Joaquín ‘Arroz y convección’ fue el detonante. Temperaturas, densidad, aire que sube y que baja. Lo que terminó por despertar toda mi curiosidad fue esto: “las celdas de convección son responsables de multitud de fenómenos meteorológicos y geológicos. De hecho algunos volcanes son algo parecido a los puntitos del arroz sólo que lo que sube es lava”. En lo de las manchas solares ya no quise ni meterme para no colapsar. Del resto, ...