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Entrevista: La neurociencia del sueño

Reconocen la sintonía, ¿verdad? Efectivamente. Llega el momento de nuestras píldoras científicas diarias. Un espacio abierto al conocimiento con el que pretendemos despertar su curiosidad. Hoy nos acompaña Miguel Ángel Álvarez de los Arcos, periodista y divulgador científico experto en neurociencia (perdón, perdón, perdón -esto lo digo yo, y no el presentador del programa) para hablarnos, cuando son exactamente las 11.30 horas de la mañana, del sueño. Espero que ustedes hayan dormido bien y estén despiertos, espabilados, porque hoy vamos a descubrir los misterios de le neurociencia del sueño.

-Buenos días, Miguel
-Buenos días, Quico

-Oye, que tal te llevas tú con el despertador, porque yo lo llevo fatal y creo que a un tanto por ciento muy elevado de nuestros oyentes les pasa lo mismo
-Mal, Quico, lo llevo mal, porque lo que hace el despertador con todos nosotros es interrumpir una de las experiencias más importantes de nuestro comportamiento, que es dormir. Para que te hagas una idea y que todos los oyentes se hagan una idea, podemos pasarnos el 36% de nuestra existencia durmiendo, lo que implica que si vivimos hasta los 90 años, 32 de ellos nos los hemos pasado dormidos. Y este elevado número nos dice que, a la fuerza, dormir es importante.

-Parece mucho tiempo. 32 años, habrá quien piense que es una pérdida de tiempo
-Habrá quien lo piense, desde luego. Y se equivocará. Hay un montón de personajes históricos famosos que han dejado frases en contra del sueño para la posteridad. Desde Napoleón, pasando por Thomas Alva Edison o Margaret Thatcher, que decía que dormir era de débiles. Y si vamos más allá, podemos incluso decir que la imagen social que nos hemos creado entre todos de un triunfador es aquella en la que un individuo dedica muy pocas horas a dormir. Pues bien, todo esto es de una insensatez muy grande y denota un elevado desconocimiento de lo que el sueño supone para nosotros.

-¿Y qué supone, Miguel?
-Dormir un número de horas suficiente es fundamental para un correcto funcionamiento de nuestro cerebro. Nos ayuda a consolidar nuestras memorias más importantes y efectúa su propio mantenimiento. Y la mayoría de nosotros no le damos importancia. Vivimos en el país que menos duerme de Europa, y en cierta medida tratamos al sueño como nuestro enemigo y no como nuestro aliado. Todo lo que sucede en nuestro cerebro mientras dormimos es absolutamente fascinante, porque mientras dormimos el cerebro no se apaga. Es más, hay algunas áreas que presentan más actividad que cuando estamos despiertos. Esto es un descubrimiento relativamente moderno, porque antes se pensaba que cuando dormíamos nuestro cerebro se apagaba, que entraba en un modo stand-by, como nuestros electrodomésticos.

-Y ¿por qué dormimos?
-La comunidad científica no tiene un consenso acerca de esta pregunta. Pero podemos quedarnos con tres grandes teorías. La primera de ellas hace referencia a la restauración, porque mientras dormimos se reconstruye, se restaura todo aquello que hemos gastado durante el día; la segunda hace referencia al ahorro de energía; y la tercera de ellas nos remite al procesamiento cerebral y la consolidación de la memoria. Esta última teoría es muy sencilla de explicar con el siguiente ejemplo, que todos podemos comprender: Si después de intentar aprender algo, nos privamos de sueño, la capacidad de aprendizaje se ve seriamente reducida. Esto es un hecho. 

-¿Quiere decir esto que si dormimos bien aumenta nuestra capacidad para resolver determinados problemas?
-Exactamente. Nuestra capacidad para resolver problemas complejos aumenta de forma considerable si dormimos lo suficiente. Nuestra creatividad gana. Se ha demostrado con estudios posteriores, que accidentes como el de Chernóby, por ejemplo, estuvieron relacionados con la privación del sueño, que nos lleva a actuar de forma impulsiva, poco reflexiva y con consecuencias que pueden ser catastróficas.

-¿Qué efectos causa en nosotros la privación del sueño más allá de empujarnos a una errónea toma de decisiones?
-Nuestras horas de sueño se han ido reduciendo de forma dramática con el paso del tiempo por múltiples factores estimulantes. Luz eléctrica e innumerables pantallas y estímulos que todos conocemos, como el teléfono móvil, por ejemplo. Hoy es raro encontrar a alguien que duerma ocho horas, y la media en España está en unas seis y media. La privación de sueño está detrás de los micro-sueños, esas cabezadas involuntarias, y detrás de esas cabezadas hay accidentes, y detrás de esos accidentes hay víctimas mortales. Pero la falta de sueño es mucho peor que esto…

-¿A qué te refieres con que es mucho peor?
-Si eres un cerebro cansado pasan muchas cosas, Quico. Hay evidencia científica de que los trastornos del sueño están relacionada con el abuso de drogas, de estimulantes como la cafeína o como el alcohol y la nicotina. También existe evidencia de que la falta de sueño está conectada con el aumento de peso ¿Por qué? Porque no dormir libera la hormona del hambre, la hormona grelina, ésta va directa a nuestro cerebro y nos pide azúcar. Si asociamos la falta de sueño con el estrés, un mal tristemente común de nuestros tiempos, lo que tenemos es una bomba de relojería que nos lleva a la inmunidad suprimida, esto es que nos hace más vulnerables a infecciones, dispara la glucosa en sangre y aparecen las diabetes y dispara las enfermedades cardiovasculares.

-¿Y cómo podemos saber si estamos durmiendo lo suficiente?
Empezamos hablando del despertador, ¿te acuerdas?.

-Sí, claro
-Pues bien. Si lo necesitamos para despertarnos, mal. Si nos cuesta salir de la cama, mal. Si estamos cansados e irritables, mal. No hace falta mucho para saber que estos síntomas son sinónimo de que no estamos durmiendo bien, ¿verdad?.

-La pregunta del millón, y ¿qué hacemos para evitarlo?
-Nuestro cerebro necesita que convirtamos nuestra habitación en nuestro refugio para dormir. Necesitamos oscurecerlo. Y también enfriarlo, no calentarlo. También debemos desconectarnos de todos nuestros dispositivos móviles un buen rato antes de irnos a dormir y no beber cafeína por la tarde.

-Miguel, alrededor del sueño hay también muchos mitos…Los adolescentes son unos vagos, la gente mayor duerme muy poco, hay que dormir ocho horas..
-Sí, es cierto. Especialmente cruel es el de los adolescentes. Y como todos hemos pasado por ahí, es necesario repetirlo cuantas veces sea necesario y en donde sea preciso: No son vagos, tiene una predisposición biológica a acostarse tarde y a levantarse tarde. Así que ya lo saben: Déjenlos. Lo de las ocho horas es un promedio. Unas personas necesitan más y otras menos, y esto nos obliga a conocernos a nosotros mismos. Las demandas de sueño de las personas mayores no bajan con la edad. Lo que hacen es fragmentar ese sueño. Y hay un cuarto mito al que me gustaría hacer referencia: acostarse muy pronto y levantarte más temprano no te hace un individuo de éxito.

-Lo tenemos claro, Miguel. Para ir terminando, y que no se nos quede fuera. Los últimos avances en la Neurociencia del sueño apuntan a una relación de determinadas enfermedades mentales y los trastornos del sueño.
-Así es. Hace ya mucho tiempo que sabemos que determinadas enfermedades mentales están relacionadas directamente con las alteraciones del sueño. Muchos investigadores centran sus estudios ahora en la depresión, la esquizofrenia y el trastorno bipolar y estos trastornos del sueño. Por ejemplo, si nos centramos en la esquizofrenia muchos estudios indicaron que los enfermos invertían sus patrones de sueño o que directamente no dormían, pero la vinculación va mucho más allá y se ha descubierto que están físicamente vinculados en nuestro cerebro. Los genes que se ha demostrado que son importantes para mantener un sueño normal, cuando mutan, predisponen a los individuos a padecer enfermedades mentales. Se ha demostrado que uno de los genes que predispone a la esquizofrenia, cuando muta, también destroza nuestros patrones de sueño. Otros estudios han descubierto que la falta de sueño precede a ciertos tipos de enfermedades mentales, como el trastorno bipolar. Esto abre una puerta de esperanza para actuar en aquellos que sean más vulnerables cuanto antes, pero también se abre la posibilidad de actuar directamente sobre el cerebro para estabilizar patrones de sueño, porque se ha demostrado que reduce los niveles de la paranoia, por ejemplo, y aliviar así algunos de sus síntomas.

-Miguel, ¿trabaja la ciencia en algún tipo de artefacto tecnológico para ayudarnos a dormir mejor?
-Sí, desde luego. Los dispositivos más avanzados tienen la forma de una gran diadema forrada de tela, dotada de electrodos y de sensores de movimiento, de ritmo cardíaco y de respiración. Incorporan, además, micrófonos que proyectan ondas acústicas directamente sobre el cráneo para infundir el cerebro con sonidos de determinadas frecuencias por la noche. Las ondas sonoras son capaces de modular el sueño más profundo y reparador, llamado de sueño de ondas lentas, y consolidar así nuestra memoria. Toda la tecnología actual para ayudarnos a conseguir un sueño más profundo y reparador sigue este camino, con mayor o menor éxito.

-Se acaba nuestro tiempo, Miguel. Muchas gracias por acercarnos hoy a todos nuestros oyentes la importancia del sueño y los misterios de la neurocencia alrededor de él. Hemos podido conocer que nuestro cerebro no se paga mientras dormimos, y que el sueño y la calidad del mismo es fundamental para mantener sano a nuestro cerebro, y con é a nuestro cuerpo.
-Gracias a vosotros.

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